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historia

La historia de Sociedad Evangélica de Chile (SECH) se remonta al año 1884, cuando desde Alemania llegan unas cuarenta familias provenientes de distintas denominaciones evangélicas, para radicarse como colonos en la localidad de Contulmo, en la Región del Bío-Bío. El 22 de abril de 1911 se realizó la asamblea fundacional de la “Sociedad Evangélica de Contulmo”, formalizada a través del otorgamiento de la Personalidad Jurídica N° 1316. Posteriormente, en 1945, el nombre cambió a “Sociedad Evangélica de Chile” y su sede central se trasladó a Temuco.

Actualmente, Sociedad Evangélica de Chile agrupa a unas 10 congregaciones entre Santiago y Valdivia. La historia, el desarrollo y la realidad de cada una de estas iglesias son distintas. La diversidad es una de las características de la SECH: somos un grupo de iglesias autónomas, unidas por un pasado histórico, teológico, multidenominacional y legal en común.

El primer Pastor formal de la congregación en Temuco fue el hno. Heinrich Radtke, quien inició su labor en el año 1938. Marcó el desarrollo de la iglesia en aquella época y el año 1944 publicó el texto “60 años de trabajo misionero evangélico alemán en Chile”, que el año 1996 fue editado en español. En su libro relata los inicios de la obra evangelística que dio origen a la actual SECH, del cual se transcribe a continuación algunos capítulos.

Los inicios

22 de marzo 1884: por gestión del misionero alemán Oskar von Barchwitz llegan a Talcahuano 43 familias de colonos alemanes. El gobierno chileno les asigna tierras en Contulmo.

Por Heinrich Radtke, 1944

El principio

El comienzo de la obra misionera evangélica en la zona de la Araucanía de Chile, está relacionada con el misionero Oskar von Barchwitz, quien llega a fines del siglo XIX como misionero al sur de Chile, para anunciar el evangelio en un país que estaba lejos de Dios. En sus viajes de reconocimiento llegó a conocer las colonias alemanas de la zona de Osorno y del Lago Llanquihue. Él vio como, por medio del espíritu emprendedor de los colonos alemanes, florecía el desarrollo cultural y económico. Aunque le alegró mucho la laboriosidad de sus compatriotas, anhelaba, sin embargo, que todo aquel desarrollo y esfuerzo efectuado en este país virgen, estuviera compenetrado del Espíritu de la fe y de la vida cristiana.

I. La buena semilla

Cuando el joven misionero, que se había establecido en Osorno y casado con la señorita Pauline Hollstein, supo que el gobierno chileno trataba de traer, nuevamente, colonos para que ocuparan las tierras vírgenes de la Araucanía de Chile, surgió en él este pensamiento con enérgica firmeza: “Los colonos que vinieran ahora debían ser verdaderos cristianos que, por medio de su influencia pudieran, en el pueblo chileno, abrir una brecha para las misiones evangélicas. ¡Los colonos deben llegar a ser los misioneros de Chile! A través de toda su vida este pensamiento perduró en su corazón: Influenciar con la vida de fe al pueblo chileno. Muy pronto, este hombre de decisiones se puso al servicio del gobierno chileno para viajar a Alemania y promover allí la colonización.

Así lo hallamos a fines de 1883 en Berlín, rodeado de gente cristiana, a quienes contaba acerca de este desconocido país de nombre Chile, en donde había aún mucho lugar y en donde se podía alcanzar el bienestar económico a través de una vida de esforzado trabajo y, al mismo tiempo, podían ser útiles en el servicio pionero de la causa evangélica. La obra que se había propuesto no era fácil, porque los lazos de la patria, que amarran fuertemente a una familia cristiana, frenan enormemente todo deseo de aventura. Sin embargo, había muchos de aquellos cuyo cristianismo no era, quizás, muy decisivo, pero que sí deseaban ser devotos a fin de poder salir al extranjero. Pero pronto también se decidieron algunos de aquellos que verdaderamente tomaban el cristianismo en serio. Fue así que el 8 de febrero de 1884 se presentaron 48 familias de colonos, de Berlín y sus alrededores, en la actual estación de ferrocarriles Lehrter (Alemania), para iniciar el viaje por Grimsby hacia Liverpool (Inglaterra), donde debían embarcarse en el barco inglés “Cotopaxi” que, finalmente, los desembarcó en Talcahuano el 22 de marzo. Desde allí se transportó al grupo de colonos por ferrocarril y carretas tiradas por bueyes. Pero no como originalmente se había convenido, al lugar de tierras fértiles en la zona de Traiguén-Tricauco, sino a la región aún cubierta de selva virgen de Contulmo. El entonces Gobernador de Cañete, Don Esteban Iriarte, había conseguido este cambio con el gobierno, con la intención de limpiar, por medio del establecimiento de los colonos, de bandidos esa zona, los cuales tenían sus guaridas en lo más enmarañado de la selva virgen.

II. Sudor y lágrimas

Una vez establecidos allí, el misionero von Barchwitz permaneció con ellos en los primeros difíciles tiempos en Contulmo, a fin de ayudar a sus amados colonos con consejos y hechos, pero ante todo para comenzar con la fundación de congregaciones cristianas y también fundó un Colegio Alemán y se preocupó por conseguir un profesor capacitado.

Sin embargo, su lugar de estadía no sería en Contulmo. Muchos de ellos, que sólo profesaban una vida cristiana aparente, no se hallaban dispuestos, en su nueva patria, a someterse a un sistema de vida cristiano. También aquí se cumplía el viejo proverbio alemán: “Donde el Señor construye un templo, el diablo construye una capilla (cantina) al lado.” Cuando el pastor von Barchwitz vio que algunos de los hombres y de los jóvenes se estaban entregando a la bebida, se enfrentó enérgicamente a esa corrupción. Debido a esto trataron, por medio de toda clase de ardides, hacerle la vida lo más difícil posible, de manera que, por amor a su mujer que estaba enferma, abandonó Contulmo y se fue a vivir a Concepción.

Iglesia en Temuco

Heinrich Radtke llegó con mucha energía a encabezar la obra de la Sociedad Evangélica de Chile. Su visión y emprendimiento trajo varios frutos. El primero de ellos fue alentar a la directiva para adquirir una antigua casa ubicada en Av. Alemania 0228. Fue así como hizo funcionar esta construcción como un internado de niños (Kinderheim) para los hijos de los colonos que vivían retirados de Temuco. Muchos niños aprendieron sus primeras materias en este lugar. Luego, en la década de los ochenta, funcionó también como pensión para estudiantes universitarios.

En el mismo terreno donde funcionaba el internado, se construyó en 1965 la iglesia. Su moderna arquitectura llamó la atención en la época; hasta el día de hoy su vistoso diseño sigue captando las miradas de los transeúntes.

En aquella época el hno. Christian Reinike era el primer anciano, y fue quien principalmente negoció con el arquitecto. Las piedras se acarrearon desde el río Cautín en camiones chicos y camionetas de los miembros, como el viejo Bedford de 5 toneladas del Funde El Nudo, y el Ford de 2 toneladas de Ranquilco. Los sábados ayudaban los jóvenes. Se usó ese material porque no tenía costo de adquisición, era lo que las empresas de áridos dejaban de descarte, y eso le da ese aspecto peculiar y hermoso.

memoria audivisual

A continuación presentamos dos videos que recogen imágenes históricas de nuestra comunidad.